Texto curatorial proyecto Inzachirama-2018
Luis Alberto Carrillo y Alberto Camacho S.
(Tutores del proyecto de grado en artes Visuales)
«INZACHIRAMA»
Mito y Leyenda en torno al Cerro de la Vieja en San Juan Bautista de Chinácota
Exposición de Grado como Maestro en Artes Visuales del artista
JOHN OJEDA
Inzachirama es en lengua de los antiguos pobladores de Chinácota, los Chitareros: “a través de nuestra tierra”. La primera partícula del nombre denota un toque vital, o de trashumancia: “inza”, que es un a través, aunque se podría entender como la intuición de la inminencia del paisaje en la cual cada imagen pueda tener una irritante planura, y a la vez una desconcertante y gran profundidad (Castaneda 1968). Después, en “chirama” ya hay una declaración de arraigo y pertenencia a la tierra, tanto como en el nombre Chinácota, en que se revela lo terrígeno en tanto que alude al “reluciente apoyo detrás de la labranza”.
La memoria de nuestros ancestros, su visión de la realidad, está consagrada en mitos y leyendas, y es sobre éstos que se quieren relatar nuestras propias existencias. John Ojeda desde su infancia tuvo la certeza de acercarse a descubrir los enigmas del Cerro de La Vieja, montaña tutelar de la villa, poseedora de invaluables testimonios y rastros de la cosmogonía indígena chitarera, punto de partida para interpretaciones, a las que se superpusieron las gruesas capas de la fe católica.
Inzachirama nos propone una reflexión sobre el trajín acaecido a los mitos y leyendas chitareros, emprendido desde la lejanía de lo prehispánico hasta la proximidad de lo poscolonial. Este decurso es abordado y puesto en obra apropiándose de ciertas representaciones cristianas del arte bizantino, materializado con elementos técnicos tales los que provee la tierra en la reluciente sangre del achiote, claro, sin hacer a un lado el bagaje de la paciente factura que provee la pintura occidental impulsada en las aulas.
Ojeda se nos muestra como artista comprometido con su vocación etnográfica en tanto que habla del hombre unido a su tierra, al paisaje (pays), con su vocación de activista que nos insta a resistir el olvido de los vestigios que guarda el Cerro, y con la política al promover un urgente proyecto de patrimonialización en la guarda de la identidad chinacotense.
Luis Alberto Carrillo y Alberto Camacho S.
(Tutores del proyecto de grado en artes Visuales)
«INZACHIRAMA»
Mito y Leyenda en torno al Cerro de la Vieja en San Juan Bautista de Chinácota
Exposición de Grado como Maestro en Artes Visuales del artista
JOHN OJEDA
Inzachirama es en lengua de los antiguos pobladores de Chinácota, los Chitareros: “a través de nuestra tierra”. La primera partícula del nombre denota un toque vital, o de trashumancia: “inza”, que es un a través, aunque se podría entender como la intuición de la inminencia del paisaje en la cual cada imagen pueda tener una irritante planura, y a la vez una desconcertante y gran profundidad (Castaneda 1968). Después, en “chirama” ya hay una declaración de arraigo y pertenencia a la tierra, tanto como en el nombre Chinácota, en que se revela lo terrígeno en tanto que alude al “reluciente apoyo detrás de la labranza”.
La memoria de nuestros ancestros, su visión de la realidad, está consagrada en mitos y leyendas, y es sobre éstos que se quieren relatar nuestras propias existencias. John Ojeda desde su infancia tuvo la certeza de acercarse a descubrir los enigmas del Cerro de La Vieja, montaña tutelar de la villa, poseedora de invaluables testimonios y rastros de la cosmogonía indígena chitarera, punto de partida para interpretaciones, a las que se superpusieron las gruesas capas de la fe católica.
Inzachirama nos propone una reflexión sobre el trajín acaecido a los mitos y leyendas chitareros, emprendido desde la lejanía de lo prehispánico hasta la proximidad de lo poscolonial. Este decurso es abordado y puesto en obra apropiándose de ciertas representaciones cristianas del arte bizantino, materializado con elementos técnicos tales los que provee la tierra en la reluciente sangre del achiote, claro, sin hacer a un lado el bagaje de la paciente factura que provee la pintura occidental impulsada en las aulas.
Ojeda se nos muestra como artista comprometido con su vocación etnográfica en tanto que habla del hombre unido a su tierra, al paisaje (pays), con su vocación de activista que nos insta a resistir el olvido de los vestigios que guarda el Cerro, y con la política al promover un urgente proyecto de patrimonialización en la guarda de la identidad chinacotense.
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